Presentación del libro ·LA VIDA BREVE de Juan Manuel Rodríguez Cabrero que escribió la catedrática jubilada de Lengua y Literatura Española Diana Guemarez.
LA VIDA BREVE
de Juan Manuel Rodríguez Cabrero: memoria, artificio y poesía.
Homo sum; humani nihil
a me alienum puto.
(Terencio)
Callan las flores los aromas
la hojarasca
Se arrincona en la sombra
El silencio llena de olvidos
El cenicero espera una boca.
Luis Gilberto Caraballo, Arpa
Invisible, 2020
Con estas dos citas literarias saludo y aplaudo el nacimiento de un nuevo libro de poemas del escritor español Juan Manuel Rodríguez Cabrero. En una, el escritor latino Terencio alude a su emoción por todo tema humano. En la segunda, el joven poeta venezolano Luis Gilberto Caraballo apunta a las memorias de las cosas. El poeta español Juan Manuel Rodríguez Cabrero nos entrega un libro con un título muy sencillo pero de gran fuerza ilocutoria, La vida breve. En dicho texto, Juan Manuel demuestra que nada humano le es ajeno y que él intenta recuperar la memoria de las cosas, “esas flores y aromas en la hojarasca” de las cuales habla Caraballo. De hecho los vocablos “memoria”, “nostalgia”, “retrospectiva” aparecen en este poemario.
La vida breve trabaja el mito de la infancia, la memoria de ella. Su autor escribe sobre la importancia de la madre en esta etapa de la vida del hombre y cita a Rainer Maria Rilke. Juan Manuel escribe en su texto “A la madre”: “La madre es luna nevada por la espuma/Nutricia”…”La madre es un remanso de sauces junto al río/Sin vado, y exorciza desiertos calinosos/con sombra de palmera”. Y culmina este emotivo poema con los siguientes versos: “Cuando la madre inicia su sueño milenario/Y funde sus entrañas
con la tierra fecunda,/No cesa su pupila inquieta y providente/De velar por los hijos mientras pisan el mundo”.
Pero no se limita este apartado del libro a la memoria de la madre. Pues, con gran emoción, Juan Manuel escribe sobre el abuelo, el amigo, la cieguita y sobre otros personajes cuyas memorias infantiles se recuperan en La vida breve. Uno de estos personajes es el loco. En su texto del mismo título, Juan Manuel apunta: “En la escuela rural ha entrado el loco:/Lo tortura un demonio de familia./Convulso, gesticula y amenaza/al maestro perplejo”.
Otro aspecto dentro de esta recuperación de la memoria de su infancia en este libro es la memoria de la casa familiar y del paisaje visto. En el poema “Historia del hogar” esa casa se añora. Apunta este poeta: “Está muda la casa, que se yergue,/Sobre escombros venerables de la antigua/Al igual que la infancia sepultada/Sostuvo la naciente juventud./¿Dónde escarbar ahora la niñez,/La esperanzada juventud y aquellas voces/Que escalaban los techos de la flamante casa?”
El sentimiento en torno al paisaje en este poemario recuerda a grandes poetas españoles como Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado o al gran Walt Whitman y a los trancendentalistas estadounidenses que contemplan el paisaje, se sienten reflejados en él. El paisaje es espejo de sus almas, como dice Luís Gilberto Caraballo. Al respecto, ver los poemas de Juan Manuel sobre Granada, su Andalucía natal, e incluso los árboles y productos de este escenario.
Desde su título, el libro de Juan Manuel ve al hombre en el devenir del tiempo y este título es una reflexión contemporánea del tema clásico “tempus fugit”. Por ello, vemos poemas dedicados a los meses del año, “Febrero”, o a estaciones, “El otoño”, a las fiestas que celebran el tiempo, como la navidad. Incluso hay poemas dedicados a un momento del día, como uno hermoso dedicado al “Crepúsculo”. Juan Manuel, hombre que habla de todo tema humano en este su primer libro publicado, explora hasta ahora su infancia y las memorias atadas a ella, el paisaje donde como hombre está inmerso y medita en el paso del tiempo.
Se encuentran en este poemario, dedicado a la vida breve pero profunda de un inteligente escritor, poemas dedicados al amor, con sus diferentes aristas, a las mujeres que pudieron motivar dichos sentimientos. Pero quiero señalar un poema que rompe un poco con la visión romántica de la mujer. En “Frívola” este escritor presenta otra cara de la mujer, y su tono irónico y lúdico deja ver algo nuevo e interesante en su poesía, otra tonalidad. Cito: “Ya sé que te gusta/Vida mía/Acicalar tu figura/Que el espejo/Guarde celos de tu cara;/Que allá por donde pasas/El aire que desplazas,/Se vuelva contrariado,/Cuando otros te respiran”. Y termina con una pregunta retórica que es irónica; “¿O quieres que Luzbel,/Te proclame la más bella/ A cambio de esa alma tan hermosa,/Mas siempre en el hogar de cenicienta?”
También hay que recordar que el hombre no sólo es biografía, paisaje, hombre en el devenir del tiempo, amores. El hombre es, además, su oficio. Y el oficio de Juan Manuel o su “trabajo gustoso”, como diría el gran Juan Ramón, es escribir. Como todo buen escritor, Juan Manuel es lector y su capital cultural es inmenso, pues este poeta cita autores latinos, escritores de lengua inglesa cómo Shakespeare, Oscar Wilde o Coleridge, escritores alemanes como Hegel, Hesse, Hölderlin o Kant y habla de esa biblioteca ideal que todo gran escritor quiere. En “La seducción del libro” afirma: “¿Puede una biblioteca/Modesta y suficiente acaparar el tiempo/(horas que en sólo una semana forman días/De lectura, de traducción, de estudio),/Robándole a la vida (qué es el vivir:/Pisar la calle, vagabundo de afectos,/O amasar experiencias, concentradas/ En esa maravilla que es el libro?)”.
La vida breve es un hermoso texto autobiográfico que se lee fácilmente. Sin embargo, este libro no nos debe engañar. Si bien su lenguaje es directo, el arte, como nos enseñaron los formalistas rusos, siempre es artificio. Juan Manuel usa múltiples alusiones literarias y cultas; a veces usa la rima consonante, a veces la rima libre; usa mucha descripción en sus poemas y exhibe un cromatismo en sus poemas al paisaje; hace un buen uso de las preguntas retóricas y de las metáforas.
Cuando me pregunto qué hace un libro un buen libro pienso en un texto donde sienta “una gran sinceridad poética”, donde haya preocupaciones
humanas vistas, más que desde el intelecto, por el filtro de la emoción; busco una voz poética que sienta única e inimitable. Pienso en una obra que aporte algo nuevo al mundo. La vida breve me aportó todo esto que busco en el arte y en las letras, desde que empecé a leer poesía a los diez años de edad. La vida breve es un texto que recomiendo, sin ningún tipo de reservas.
Diana Guemarez Cruz, Catedrática Jubilada,
San Miguel de Allende, Guanajuato, México
©️ De este prólogo, Diana Guemarez Cruz
©️ De Arpa Invisible, Luis Gilberto Caraballo y la editorial, Letras Salvajes
Juan Manuel Rodríguez Cabrero,
Antiguo Alumno Redentotrista de Santa Fe, Promoción 1960-61.
Cursó el Bachillerato Elemental en Santafé entre 1961 y 1965. En las aulas del Seminario Menor de los Padres Redentoristas descubrió la poesía y empezó a amarla con la lectura y la escritura. Tras un largo paréntesis de casi 25 años apartado de ella, volvió a cultivarla con diversa intensidad desde 1990 hasta hoy. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Valencia, se estableció en 1978 en Madrid, donde actualmente reside. Aquí empezó ejerciendo la docencia como profesor de bachillerato en un colegio privado hasta que en 1991 pasó a la enseñanza pública. Hasta su jubilación en 2013 ha impartido Filosofía, especialidad en la que se licenció, y Latín.
Contenido de esta página por orden de publiación
>
>Por San José
>Madre del Recuerdo 3 partes
>Belleza Mortal
Los negritos de Belén
>Amigo Ausente
>Tauromaquia
>Jovenado: 2Pubertad
>Crespones para las Aulas
>
>A la Fuente Nueva
>Orígenes
>Febrero
>Ceniza de Navidad
>Campos de aceitunas
>LLuvia Otoñal
>El cigarrillo
> A la Madre
>Recordando a Ana
>Hojas en la Acera
>Impresiones de Otoño
>Tiempo de Amor
>Dia de sol e invierno
>Diciembre
>Tiempos de Ausencia
>Renacerá la Rosa
>Jovenado: 1 Infancia
>Navidad
>Luparia Literaria
En memoria del P. José Pedrero, nuestro profesor de inglés en El Escorial y Rector de Nava del Rey durante nuestro noviciado, a quien homenajeamos en la comida de la festividad de su santo patrón. En ella leí un poema dirigido a él, que recibió complacido. Como tantos escritos de nuestra infancia y adolescencia que nos gustaría conservar, mi poema acabaría seguramente en la papelera.
Juan Manuel R.C.
POR SAN JOSÉ
Proclaman en la fronda las cantarinas aves
De hirviente primavera el luminoso día,
Y el azulado viento en el rostro torna suaves
los dedos patriarcales del sol de mediodía.
Es la Casa de Campo pacífico hervidero
De savia adolescente, niños de nata, ancianos,
Que, contentos, festejan al santo carpintero
Entre juncos, encinas y fresnos castellanos.
Rememora el poeta un san José lejano
De juveniles tiempos vividos torpemente,
Que vieron agostarse como proyecto vano
Dieciocho primaveras preñadas de simiente.
Se exiliaba el invierno del frío Valladolid,
Año sesenta y ocho, de la huerta de Nava
Del Rey, el noviciado: la más terrible lid;
En dócil verso libre al padre yo cantaba
De acogedor semblante y cabeza encanecida,
Bajo las nudas parras de brotes verdecidos;
Y, a la vera, el almendro de melena florida
Dibujaba la imagen, en sus tallos garridos,
De una barba nevada que al padre yo añadía:
Por sus rodillas firmes de añosa fortaleza
En escalada dulce trepando me veía
Hasta rozar sus sienes de ascética pureza.
Y cuando al negro aplauso de la comunidad
De frailes y novicios sentí yo el aire hervir,
Una risueña frente manaba humanidad:
Era el P. Pedrero, orgulloso de sentir
Que de su recio tronco, como al viejo Abraham,
Retoños le brotaban siendo sexagenario,
Por ser la fe más fértil que la carne de Adán.
Hoy brilla la mañana del viejo aniversario
Y una lágrima aflora, mecida en las pestañas,
Que es homenaje al hombre de tez enjuta y fina
Que un amarillo día regresó a las Españas,
A su celda fraileña, de los campos de China.
Que la tierra germine flores primaverales
Donde tu breve cuerpo fecundo al fin reposa
Dormido en la esperanza de los gozos pascuales
Cuando bebas el vino con prole numerosa.
Marzo de 1992
ORÍGENES
Nacido del olivo y la besana,
Me acunaron los hielos, y de fuego
Mamé el sustento en la ubre del solano;
Unzo así el frío mármol de mi estampa
Al volcánico torrente de mis venas
En un yugo de dócil laboreo
Que voltea barbechos y devora
Veredas, en un ansia de fundirme
Con el recio paisaje de mi tierra.
Lupión, 30 de diciembre de 1994
FEBRERO
La cigüeña ha poblado con sus alas los cielos
Tal una blanca nube de negror diminuto
(de esas que por las tardes del febrero temprano
Hielan los corazones uncidos por los dedos
En el paseo inseguro de la edad invernal).
Campanarios vetustos de la cálida Iberia
De veleta azotada por el viento voluble
Donan sobria posada al gorrión impertinente,
Al vencejo suicida y al ave de san Blas,
que con pudendo pico siembra infantes rollizos
al sol adolescente de savia impetuosa.
Parpadean candelas en loor a María,
Amazona en la llama tras las cuarenta noches
Del santo alumbramiento, y, reciente aún el humo
De las velas festivas por el advenimiento
Del divino heredero, la ascética ceniza
Recuerda al hombre insano que es hora de cilicio,
De saco y de perdón; que están las palmas prestas,
Emulando la nieve, para ofrecer la gloria
Al Mesías humano. Como estaba en espera
La carne florecida de regalar los labios
Del hermano prepúber, huérfano de maternas
Presencias confortantes. Febrero de la vida
Brotada entre dos luces (de hielo y sol creciente)
Y de la muerte aviesa camuflada en asfalto,
En el sueño homicida que gobierna la rueda
Por caminos de espanto. Gozo y pena amasados,
Alfa y omega juntos en el breve bisiesto.
BELLEZA MORTAL
No tiene la verdad, aunque desnuda,
Sin velo que mitigue su esplendidez redonda,
Por qué teñir su cándida mejilla
Con arrebol de la vergüenza.
Mujer, hermana, amiga,
Frágil en tu belleza fulgurante
(así destellas
En la breve eclosión de tu pulso a las diosas),
Esta tarde celebro
La dicha de saberte miel y tierra,
Luz predestinada a la tiniebla
(como el sol cada día
Rutila, ignorante de su sino:
Una tumba en el mar).
Libaré de la hortensia enmohecida
La belleza marchita en su jardín
De otoño, donde en mayo lujuriaban
Las encarnadas rosas que hoy reposan
En un jarrón sombrío, disecadas.
Madrid, 18 de octubre de 2000
CENIZA DE NAVIDAD
CENIZA DE NAVIDAD
I
No hay quehacer más urgente en esta tarde
Lluviosa de una fría navidad
Que sacar de paseo los demonios
(no todos son temibles)
Que se agolpan, inquietos, tras las rejas
De la conciencia refractaria.
II
El eco sordo de los villancicos
Resuena su amargura de infancia desvalida.
Dos niños se debaten sin descanso,
Ajenos al evento que explicaba,
No hace tanto, las dulces vacaciones
Pegados al brasero,
Cuya promesa de ternura
Tornaba voluptuoso el frío a la intemperie
De los últimos juegos de la tarde.
Hoy la ilusión de estos rapaces
Se origina en la tele, que promete
Dos remesas de obsequios: Papa Noel y Reyes,
Ajenos al evento -iba diciendo-
De un dios recién nacido
Que dona el corazón al hombre insatisfecho
De fiestas de grandes almacenes,
Ruido y desconsuelo.
III
No ha de volver aquel escalofrío
Precursor de la mágica velada
Del gallo en la iglesia de los pueblos.
La niñez se ha marchado, y la razón
Tecnológica sonríe, suficiente,
Su satisfecha mueca de desprecio
A la cuna insensata de un infante
Que viene, pobre iluso,
A derribar barreras entre pobres
Y gente bien.
Anidó una certeza en nuestro pecho;
Hermoso era su nombre: Navidad.
Hoy tenemos angulas, Visa, esquí
Y un corazón dolido y aterido.
Madrid, 28 y 30 de diciembre de 2000
Amigo ausente
Surcará el sol la bóveda marina
deshojando almanaques de tu ausencia;
serán días los años, y una abuela
tu pequeña; la fuente de tu vida,
a tu sombra en reliquia convertida.
Pero no te habrás ido para siempre.
Un mazazo rompiéndome las sienes
asestó el segador al cosecharte,
verde espiga, enemiga de la muerte;
mas también hubo herrero que forjase
de la luna redonda una hoz breve
codiciosa del vértigo del tallo
temprano entre amapolas degollado.
Explícame la prisa de tu abrazo,
el enigma de tu alma marinera:
¡tantos puertos se quedan esperando
tu regreso sin plazo enamorados!
Porque –dicen- te has ido para siempre
en busca de bahías más risueñas,
abiertas al raudal de tu alegría,
aunque otros la mañana de noviembre
te lleven flores tristes a la tierra
(la madre ennoblecida con tus huesos)
donde no estás, pues tuyos son los cielos,
el viento fresco en tarde de solano,
el gorjeo del pájaro en la higuera,
el rocío prendado de la rosa,
la cepa que despierta en primavera.
Y mienten los que afirman que no existes,
que una tarde de un julio desalmado
vieron edificar los albañiles
los cimientos de un túmulo insensato
y dijeron que allí te habías quedado
tirado por los suelos y sin habla
(¡embriagado en tu paz recién lograda!).
Entonarán sus cantos las sirenas
de mil fiestas con vino aderezadas,
y hasta puede que hagamos tabla rasa
de tu imagen, jinete de la hiedra.
Mas signo quedará de la entereza
de la especie por ti magnificada
tu lección sobre cómo plantar cara
a la ley de la célula sin riendas.
Fuiste náufrago amable en tu madera,
desahuciado por médicos sin alma
que tasaron tu joven calavera
en tres lunas de vómitos y salas.
Tu corazón plantaron bajo tierra
apuntando al ocaso desolado;
se fueron tus amigos cabizbajos;
(alguien vio que tu espíritu, gozoso,
volaba a los olivos generosos).
Se cumplió una vez más la profecía
de los griegos, maestros de los hombres,
cuando hablan del capricho de los dioses,
que, sordos a los gritos de la vida,
arrebatan en flor a los mejores.
Como tú, campeón de la sonrisa.
Agosto y septiembre de 1988
Juan Manuel Rodríguez Cabrero.
LLUVIA OTOÑAL
La lluvia de octubre
abreva los campos:
ya estaban resecos
los olivos blancos.
Crepitan las cepas
de amarillos pámpanos
ebrias de racimos
negros y dorados.
Verdean las siembras
de surcos exhaustos
y el labriego sueña
graneros lozanos.
El pastor paciente
acaricia prados
jugosos, delicia
del lanudo establo.
El arroyo triste
de cauce olvidado
croará de nuevo
y, entre juncos magros,
alzarán libélulas
su vuelo azulado.
RENACERÁ LA ROSA
El piano de la lluvia melodiosa
Solaza el corazón cansado y frío.
Tarde otoñal; se eleva en el vacío
De los cielos la luna misteriosa.
¿Qué fue de la fragancia de la rosa,
Soplo fugaz en brazos del estío?
¿A dónde los despojos llevó el río
De amores arrullados en la umbrosa
Ribera? Volverán las plumas frías
A la fiebre de nidos bulliciosos.
Crepúsculos de seda sobre el yerto
Rosal estallarán cuando tú rías, Del fuego de tus labios, codiciosos.
El horizonte, azul; el mar, abierto.
Madrid, 11 y 13 de noviembre de 1997
II
Olvídate del tiempo fenecido,
Hayas libado en él, como la abeja,
El dulce néctar del amor, o en queja
Resumas tu vivir encallecido.
Si el pasado fue amable, ya se ha ido
Con más pesar del que en el alma deja
El frío desamor cuando despeja
El nubarrón un sol enternecido.
Dolor es la nostalgia; oasis breve
La aparecida paz inesperada.
Al frente, un horizonte de belleza.
Cada mañana un cielo nuevo llueve
Sobre el mundo benéfica mirada:
Todo comienza a ser; la vida empieza.
Madrid, 30 de noviembre de 1997
TAUROMAQUIA
Sombra y fuego,
En la arena plantó su cuerpo el toro
Resoplando la muerte presentida;
La testuz pregonera de la vida
Desafía al azar en tarde de oro,
Y el sedoso revuelo de la grana
Desparrama el fragor de la pezuña.
Sangre y juego.
Los primeros claveles reventaron
en la cima de los lomos aguerridos;
el acero cabalga ensangrentado,
impune en su corácea retirada.
El bóvido ventea nuevos dolos.
Alza el vuelo el arpón de corvo pico
Revestido de fiesta y felonía
Y tres veces desciende duplicado.
La montera se pierde entre el gentío
Y un grito pendenciero corta el viento
En reto desigual ante la fiera.
Plasma el arte en redondo la franela;
La mancilla el resuello del astado
De arreboles heraldos de la muerte.
El acero, en el aire suspendido,
Busca diana de apéndices y gloria.
Palpitante, la mole se derrumba,
Hundida por la astucia y su nobleza.
Bulle el ruedo.
Madrid, octubre 1990
EL CIGARRILLO
Minúsculo señor de nuestras manos,
Mortífero cilindro que asesina
Camuflado en amable nicotina;
Banalidad común de los humanos
Canonizada en frívola porfía.
Amado y a la vez aborrecido,
Imposible de echar en el olvido:
Hembra que la razón descubre harpía.
Busca, inquieta, la vana fantasía
colmar el bache eterno del hastío,
y vislumbra en el clic del metal frío
la llama que conjure su agonía.
Fiel hijo de caricias tan extrañas,
El humo se aniquila en espirales
Y el fuego lo alimentan las vestales
De la muerte, pegado a las entrañas.
La papila el regusto torna sosa
Y el filtro ennegrecido dictamina
La perdida inocencia en la sentina
Del pulmón que en su día fuera rosa.
Es reloj la ceniza desechada
De minutos con ansia consumidos;
Todos hieren, certeros y aburridos,
Al monocorde son de la calada.
Y aunque ve en su sepulcro, retorcida,
La colilla entre estertores apagada,
Tal vez de otros cadáveres rodeada,
Nunca Sísifo valora más su vida.
Madrid, 1 diciembre 1990
1. Infancia
Sobre la verde grupa
De los chopos que en tierra de Granada
El Genil con su espuma
Nacida de la nieve nutre y lava,
El viejo corazón niño cabalga.
Ha visto rosas blancas
Posadas como suaves mariposas
Sobre la tarde rauda;
En el jardín frailuno se recorta
La imagen de la madre, temblorosa.
Y luego, sobre ruedas
Se aleja abandonando un rastro de oro
Mientras el hijo reza
A la Virgen, turbado por el órgano
Y el incienso de mayo, entre sollozos.
2. Pubertad
Hoy regreso a las rosas,
A los jardines púberes
Que crucé sin rozarlos
Como el rayo la nube.
A aquellos despertares
De sangre presurosa
Entre las tibias sábanas
De la lúbrica aurora.
A la verde chopera
De limón y de plumas
Que en el Genil conoce
Su esplendor y su cuna.
A la nívea paloma
De la sierra, posada
Sobre cumbres de azúcar
Que helaban la mirada.
La chopera de plumas,
Las auroras de sueño
Y las rosas de nieve
Que flotan en el tiempo.
Hola, amigos:
Cuando aún flota en el ambiente la celebración de la fiesta del maestro, y, no pudiendo desoír la invitación de Pepe del Río, que se lo merece (casi) todo, me parece oportuno iniciar mi colaboración en nuestra página de poesía con una composición que escribí pocos días después del fallecimiento de una profesora de la entonces EGB, muy querida por sus alumnos. Había sido compañera mía en el colegio privado en el que empezó mi andadura docente. Tenía ella 26 años; era 1978 y fuimos compañeros durante doce cursos. Un cáncer femenino la arrebató a la vida recién cumplidos los 52.
CRESPONES PARA LAS AULAS
“Jugaba con un tallo de mirto
Y de un rosal la hermosa flor, y el pelo
Los hombros y la espalda le tapaba”. (ARQUÍLOCO, c.650 a.C.)
.
Como un árbol de otoño malherido
Suscita fantasías
De duelo y esperanza, así nosotros
Urdíamos ensueños
De pájaros en nidos bulliciosos
De alegre primavera
En medio de los más negros presagios.
Como el rayo te has ido,
Fogosa dama de las aulas.
Breve ha sido tu vuelo, como bala;
Mas no en vano, que el polen de tu risa
Esparcido con fríos y calores,
Lluvia y nieve y escarcha, sol benigno
O ardiente, multiplica
Los frutos de tu verbo arrebatado.
Morena espiga de centeno
Crecida entre trigales opulentos
Del noble campo de Torresandino,
¿qué cometa fugaz te ha seducido,
Princesa en tu palacio de ceniza?
Latía ya el verano aquella tarde
Primaveral de música y festejos:
La voz de Rosalía delataba
La “Negra sombra” oculta entre las gradas;
Allí estaba sentada, como intrusa,
Afilando la hoz para la siega.
Tu recuerdo, delgado como el viento,
Flota, ubicuo, en la luz de Peñascales.
Seguirán fecundando tus reliquias
La tierra y vivirás en otras mentes
Que no oyeron tu nombre.
Un cuadro se rebela ante el olvido:
Una rubia mañana de verano
Cinco lustros atrás (éramos jóvenes)
Se encaramó una flor de adelfa, ufana,
En la densa cascada de carbón
De tu cabeza hospitalaria.
Entre las arizónicas, aun niñas,
Tu pelo ensombrecía hasta a las sombras.
JUAN MANUEL RODRÍGUEZ CABRERO
8-17 de noviembre de 2004
Aunque extravié la datación exacta del siguiente poema, quizá haya que situarla en septiembre de 1999. Se trata, como el anterior, de una elegía en memoria de una profesora de Literatura con la que coincidí durante el curso 1994-95 en un instituto de Leganés. Terminó y también mi permanencia en este. Pero un grupo de seis o siete profesores continuamos quedando al menos una vez al trimestre para tomar unas cañas. Entre ellos, Ana, que tuvo la suerte fatal de ver anulado, como consecuencia de una consulta médica rutinaria, el viaje que se disponía a realizar, recién estrenadas las vacaciones estivales. Tuvo que deshacer la maleta y resignarse a ser tratada inmediatamente de un tumor maligno que acabaría con ella en apenas dos años. Cuando parecía que empezaba a ganar la batalla, nos invitó a su chalet a cenar una noche de finales del verano. Poco tardó en desbaratarse la ilusión de una curación malograda.
RECORDANDO A ANA
En esta tarde azul de plátanos y chopos
Ceñidos por el traje del verano
Verde aún,
La caricia de un sol regocijante
Me regala la luz de tu sonrisa ausente.
Un año que te has ido
Y hace dos que obsequiabas con largueza
Una sencilla cena a tres amigos,
Incrédulos de gozo al verte allí sirviéndonos cerveza
Fresca como los árboles y el agua
Del estanque, que aún mece tu silueta.
NOS Cuenta José Antonio Del Río....
Su obra de Poemas es muy extensa y variada, con un estilo muy personal y diferente .
Colabora en una Web de su pueblo ( Lupion ) y da muestras en ella de su fàcil pluma y magnifico estilo.
Os recomiendo verlo y leerlo en LUPARIA LITERARIA.
Id en esta pag. a " partr II " Memorias y desmemorias de un chiquillo de Luparia " seguid casi hasta el final y vereis en uno de los epigrafes : SANTAFE . VED EL APARTADO 1 - 5 y 6
( describe perfectamente como fueton sus primeros contactos con Santafe ( eleccion, examen, primer encuentro..etc)
PUEDES PULSAR EN EL LOGO DE LUPARIA Y TE REDIRIGIRÉ LM