ASÍ FUE MI LLEGADA AL SEMINARIO
IDEA original de Santiago Campos
Acabo de entrar, gracias a la benevolencia de sus miembros, en la Junta Directiva de la Asociación de Antiguos Alumnos Redentoristas. Se me ocurre, como primera aportación, la idea de que cada uno de los miembros de nuestra Asociación explique sucintamente como fue su llegada al Seminario. Eso nos permitiría tener una breve información sobre los caminos que nos llevaron a compartir años atrás mesa, mantel, patios, aulas y dormitorios. ¿Os animáis? ¡¡¡ Empiezo yo !!!!
Nota del Editor: Se publican los trabajos en orden inverso de llegada
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Mi paso por el Jovenado de Santa Fe, inquietudes y sueños artísticos por Manolo Pérez
Mi historia de Jovenado y Noviciado por Bartolomé Rivas.
Así fue mi llegada al Seminario por Santiago Campos.
Mi paso por el Jovenado de Santafé, inquietudes y sueños artísticos. Por Manuel Pérez Molina
Posiblemente mis primeras vivencias, en uso de razón, fueran mostrar internas inquietudes, manifestando sentimientos, con los que expresar al exterior lo que en el fondo es tu vida íntima. Sentía inquietud por dibujar esos garabatos, que todo niño sabe emborronar en cuadernos y paredes y en la medida de lo posible, enmendarlos y darles forma artística. Para ello, no dudaba en dibujar bellas estampas, dentro de los libros y cuadernillos que cayeran en mis manos. Recuerdo al P. Perea, quien pacientemente me recriminaba esta acción, a la par, que alababa lo allí plasmado. Miguelón, mi aliado, siempre me recomienda, dibujar mucho, sin olvidar el color. Me fascinaba la expresión de la Inmaculada, ornando la escalera. Algún día, seré pintor. Muy posiblemente, desperdicié las horas de estudio, con mis ensoñaciones y fantasías infantiles. Dibujos a nuestra Madre del Perpetuo Socorro, a lápiz, con sus profundos claroscuros. San Alfonso, a tamaño natural, Beato María Von Bahuer, y un sinfín de bellas imágenes, en añoradas cartas y oraciones de Amor a la Inmaculada, en su Vigilia, como ejercicio Espiritual.
Acuarelas, pequeños bodegones y cuadritos, alientan mis inquietudes artísticas. Algunas ayuditas a mis compañeros de curso.
D. Miguel Ruiz Molina, ( padre de Miguelón ), en Escuela de Artes y Oficios, tras mi salida del Seminario, me orienta en clase de Pintura Decorativa y Figura del Natural, junto al gran Maestro Gabriel Morcillo. Bodegones, Naturalezas Muertas, pero sobre todo, muchos retratos tomados al natural. Marino Antequera, me aconseja dejar a un lado el color ocre-grisáceo, del Academi-cismo : Cuando limpies tu paleta, experimentarás un cambio radical en tu pintura. Pasamos insensibles en nuestra vida cotidiana, sin percatarnos de la exhuberante belleza que nos rodea. Abre tu ventana al paisaje, para que el sol, con su luz y color, ilumine tu mente y espíritu, a una nueva etapa pictórica. La Naturaleza, se abre en todo su esplendor. Ya no hay vuelta atrás.
Una perspectiva tan novedosa, me hace abrir los ojos al mundo real, que nos rodea y al que con anterioridad, no he valorado debidamente. Influencias de Amalio García del Moral, Rafael Revelles, Murillo, Velázquez, Goya, Sorolla.....Me motivaron influencias externas, o acaso fué mi convicción interna ?.
Otro día, desde la ventana abierta, mostraré la belleza que nos rodea.
Manuel Pérez
Nota del Editor: El Logo que aparece al inicio del artículo es el Escudo de la Asociación realizado por Manolo Pérez hace más de 30 años
SANTIAGO CAMPOS.
MI LLEGADA AL SEMINARIO
V PROMOCIÓN
1955
Santiago Campos está en la tercera fila 2º por la izq.
Soy uno de los vuestros.
Un ex alumno del Seminario de Santa Fe al que le apetece, ¡A estas alturas!, explicar su proceso de entrada, permanencia y salida en nuestro bienamado colegio. Muchos de vosotros permanecisteis muchos años. Yo solo tres, pero suficiente para quedar marcado para siempre, positivamente, claro.
Peal de Becerro (Jaén). Inicios de 1955. Aún por cumplir los 10 años. Con la ayuda de un pariente con un hijo en el Seminario de los Franciscanos en Martos (Jaén), de mi maestro de escuela D. Agustín Torres y del párroco D. Horacio Moreno y con una cierta animadversión por parte de mi padre quien, por posición más que por convicción, tras haber luchado los tres años en el bando perdedor de la guerra no acababa de ver claro eso de tener un hijo “estudiando pa cura”, me animo a enviar una carta al Seminario Redentorista solicitando mi admisión. (Hay que entender que me llamo Santiago por un hermano mayor de mi padre quien a fecha de mi nacimiento, 6 años después de acabada la guerra civil, y por haber sido nombrado oficial en la misma tras haber acreditado experiencia militar por su participación en las guerras de África, seguía encarcelado y tuvo que bautizarme mi abuela en su nombre).
Recibo respuesta positiva de Santa fe y aparece en mi pueblo el Padre Campo. D. Jesús Campo Ibáñez de Garayo quien se ubica en la casa del párroco, me entrevista y lógicamente solicita hablar con mi padre. Mi padre, como buen rojo, se niega y dice que él no le besa la mano a un tío y delega en mi madre quien, menos radical, se aviene a ver al Padre Campo.
El Padre Campo vuelve a Santa Fe y le explica al P. Manuel Luis, a la sazón director del Seminario, la historia de mi entrevista. El P. Manuel Luis se opone a mi ingreso por mi niñez, (soy el alumno más joven de mi promoción, con diferencia de dos o tres años con alguno de mis compañeros), pero el P. Campo insiste por mi clara vocación, mi interés y, según él, mi manifiesto coeficiente. (Creo que también le debió de hacer gracia la similitud de apellidos Campo/Campos). Ganó el P. Campo y en abril del 1955 me presenté al examen de admisión que lógicamente aprobé.
Posteriormente volví para la definitiva incorporación, en un tren que para atravesar los 90 kms que separan a Jaén de Granada tardaba 8 horas y en el que me encontré como compañero de viaje a Alfonso Corral, compañero de curso que venía de Alamedilla. Una vez ingresado mi padre se despidió de mí en el Seminario comunicándome que no nos veríamos hasta el año siguiente. Le dije adiós sin ningún drama y después le comentó a mi madre su extrañeza porque no solté ni una lágrima, a lo que mi madre comentó que era lógico puesto que había sido yo quien había solicitado y conseguido mi ingreso en el Seminario.
Tras eso vinieron tres años en los que estudiar y aprobar fue un trámite gracias a la disciplina del colegio, a las horas dedicadas al estudio y al buen hacer de nuestros profesores. Recuerdo que nuestros exámenes en el Instituto P. Suarez eran casi un paseo triunfal, obteniendo en mi caso notas que me exoneraron de pagar los derechos de examen al tener un notable como media. El P. Valderrama no entendía cómo podía tener un sobresaliente en geografía cuando no tenía ni idea. Unos días estudiando en los lavabos por la noche antes de los exámenes tal vez podrían explicarlo.
Mi peor calificación, no en asignaturas sino en comportamiento, fue a causa de que nos pillaran una noche saltando la tapia del colegio, lo que nos significó un 0 en conducta a mí, a Ramón Antolín y a un tercero que no nombraré sin su autorización puesto que sigue en activo.
Tras salir de Santa Fe y antes de ser arrastrado por mi padre a Barcelona allá por finales del 58, me presenté para entrar en los Jesuitas de Úbeda, quienes me admitieron sin mayor problema sabiendo de dónde venía. Hace unos años, hablando en la Feria del Libro de Madrid con nuestro ilustre escritor ubetense Antonio Muñoz Molina, estudiante de los Jesuitas de Úbeda como todos los de la zona, estuvimos comentando las alternativas de formación de aquellos tiempos que estaban reducidas a los colegios religiosos existentes en la época y me dedicó uno de sus libros haciendo mención de mi estancia en nuestro Seminario de Santa Fe.
Tras mi salida, mantuve correspondencia con muchos de mis ex condiscípulos, asistí desde fuera a la ordenación de mis compañeros Nieto, Palma y Romero, con quienes nos reunimos en Barcelona en los años 60 y gracias a Antolín nos veíamos con una cierta frecuencia todos los exalumnos residentes en Cataluña tales como Alfonso Corral, López Pérez, Sánchez Morales, Abelardo Márquez, etc.
Mantuve a su vez una extensa y amena correspondencia con nuestro añorado Padre Paz de la que afortunadamente guardo valiosa copia y que releo con frecuencia con afecto y añoranza.
Los años han ido pasando y ahora estamos donde estamos. Unos peinando canas y otros sin canas que peinar, pero todos recordando una época, unos años, en los que, como dice uno de nuestros compañeros, nos lavamos los dientes y las manos en los mismos lavabos, estudiábamos en las mismas aulas, comíamos en el mismo refectorio y dormíamos unos al lado de los otros.
La vida ha ido moldeando nuestros destinos. Muchos, la mayoría, dedicaron sus esfuerzos a la enseñanza, otros a la medicina, algunos al funcionariado, otros a oficios diversos y algunos, los más atrevidos nos dio por dedicarnos al mundo de los negocios con mayor o menor éxito, pero todos mantenemos algo en común: recuerdos de unos años de nuestra adolescencia basados en un ambiente de acendrado compañerismo compartiendo un crisol de tiempos y valores a la vez que una voluntad de seguir manteniendo unos recuerdos y experiencias que fundamentaron nuestro ser y estar en el desarrollo de nuestro comportamiento vital.
Dios permita que sigamos manteniendo este estrecho y fecundo contacto por el tiempo que nos reste. Santiago Campos. V Promoción
MENSAJES RECIBIDOS EN ESTE ÁREA
Nombre: Santiago Campos. Dirección de correo electrónico: scampos.nvc@gmail.com
REFERENTE A..: Mi historia de Jovenado y Noviciado de Bartolomé Rivas
MI APORTACIÓN...:
Comentario para el Coordinador (Bartolomé Rivas)
Gracias amigo Bartolomé por seguirme en el envío de esas vivencias tan lejanas en el tiempo pero tan frescas en nuestra memoria.
Tengo curiosidad por saber como dices pertenecer a la promoción del 59 si en el 57 ya andabas por Santa Fe. ¿Qué diablos hiciste esos dos años?
Y como anécdota, me ha hecho gracia que menciones al entonces obispo de Jaén D. Félix Romero Mengibar. Fue quien me confirmó a mí en mi pueblo allá por el 1954 y nunca se me olvidó su
nombre.
A ver ahora quien se anima a continuar la saga.
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