ASOCIACIÓN ANTIGUOS ALUMNOS REDENTORISTAS Y CORO SAN ALFONSO
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Noticias Julio

INSTRUMENTUM LABORIS

Este fichero es el documento oficial con el que se cerró la primera fase del SÍNODO 2021-2024 y que será el instrumento de trabajo en OCTUBRE del 23. Puedes bajártelo si lo deseas, guardar, imprimir (en todo o en parte)...Debo recordarte que por tratarse de un documento oficial su uso está regido por las leyes de propiedad intelectual. La herramienta de disponibilidad en esta web del DOCUMENTUM LABORIS se debe a la curiosidad científica de nuestro Presidente (Luis Mesa) en la incesante búsqueda de lo mejor en todo lo que pretende. La desconocíamos y responde ampliamente a nuestros objetivos.

Yo selecciono del total de 64 páginas lo que considero fundamental: SIGLAS (básico para entender las referencias) y el PRÓLOGO.
Tenemos todo el mes de julio para profundizar y aclarar cuanto y con quien deseemos. No echamos en olvido la oferta de la teóloga Cristina Hinojés, experta teóloga miembro de la Comisión Metodológica del Sínodo.

 

                                   XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

 

INSTRUMENTUM LABORIS

para la Primera Sesión

(octubre de 2023)
           
           
 
 

 

SIGLAS

 

AA        CONCILIO VATICANO II, Decreto Apostolicam actuositatem (18 de noviembre de 1965)

AG        CONCILIO VATICANOI, Decreto Ad gentes (7 de diciembre de 1965)

CA        SAN JUAN PABLO II, Carta encíclica Centesimus annus (1 de mayo de 1991)

CL        SAN JUAN PABLO II, Exhortación apostólica postsinodal Christifideles laici (30 de diciembre de 1988)

CV        FRANCISCO, Exhortación apostólica postsinodal Christus vivit (25 de marzo de 2019)

DP        SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO, Por una Iglesia sinodal. Comunión, participación, misión.

             Documento Preparatorio (2021)

DTC      SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO, Por una Iglesia sinodal. Comunión, participación, misión.

                 «Ensancha el espacio de tu tienda» (Is 54,2). Documento de Trabajo para la Etapa Continental (2022)

 DV        CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Dei Verbum (18 de noviembre de 1965)

 EC        FRANCISCO, Constitución apostólica Episcopalis communio (15 de septiembre de 2018)

 EG        FRANCISCO, Exhortación apostólica Evangelii gaudium (24 de noviembre de 2013)

FT        FRANCISCO, Carta encíclica Fratelli tutti (3 de octubre de 2020)

GS        CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral Gaudium et spes (7 de diciembre de 1965)

IL         Instrumentum Laboris

LG        CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen gentium (21 de noviembre 1964)

PE         FRANCISCO, Constitución apostólica Praedicate Evangelium (19 de marzo de 2022)

SC         CONCILIO VATICANO II, Constitución Sacrosanctum Concilium (4 de diciembre de 1963)

UR        CONCILIO VATICANO II, Decreto Unitatis redintegratio (21 de noviembre de 1964)

 

Resumen

Prólogo                                                                                                                                                 5

El viaje hasta ahora

Una herramienta de trabajo para la segunda fase del proceso sinodal La estructura del texto

  1. Por una Iglesia sinodal. Una experiencia integral                                                                            11

A 1 Signos característicos de una Iglesia sinodal

A 2 Un camino para la Iglesia sinodal: conversar en el Espíritu

  1. Comunión, misión, participación: Tres temas prioritarios para la Iglesia sinodal                        19

B 1 Una comunión que se irradia. ¿Cómo podemos ser más plenamente signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad

del género humano?

B 2 Corresponsables en la misión. ¿Cómo podemos compartir dones y tareas al servicio del Evangelio?

B 3 Participación, responsabilidad y autoridad. ¿Qué procesosestructuras e instituciones son necesarios en una Iglesia sinodal misionera?

 

Fichas de trabajo para la asamblea sinodal

 

Introducción                                                                                                  26

 

Fichas para B 1. Una comunión que se irradia

B 1.1 ¿Cómo alimentan la comunión en una Iglesia sinodal el servicio de la caridad, el compromiso por la justicia y el cuidado de la casa común?

B 1.2 ¿Cómo puede una Iglesia sinodal hacer creíble la promesa de que “el amor y la verdad se encontrarán” (Sal 85,11)?

B 1.3 ¿Cómo puede crecer una relación dinámica de intercambio de dones entre las Iglesias?

B 1.4 ¿Cómo puede una Iglesia sinodal cumplir mejor su misión mediante un compromiso ecuménico renovado?

B 1.5 ¿Cómo reconocer y aprovechar la riqueza de las culturas

y desarrollar el diálogo con las religiones a la luz del Evangelio?

 

Fichas para B 2. Corresponsables en la misión.

B 2.1 ¿Cómo podemos caminar juntos hacia una conciencia compartida del significado y el contenido de la misión?

B 2.2 ¿Qué hacer para que una Iglesia sinodal sea también una Iglesia misionera “totalmente ministerial”?

B 2.3 ¿Cómo puede la Iglesia de nuestro tiempo cumplir mejor su misión mediante un mayor reconocimiento y promoción de

la dignidad bautismal de las mujeres?

B 2.4 ¿Cómo puede valorarse el ministerio ordenado, en su relación con los ministerios bautismales, en una perspectiva misionera?

B 2.5 ¿Cómo renovar y promover el ministerio del obispo en una perspectiva sinodal misionera?

 

Fichas para B 3. Participación, responsabilidad y autoridad

B 3.1 ¿Cómo renovar el servicio de la autoridad y el ejercicio de la responsabilidad en una Iglesia sinodal misionera?

B 3.2 ¿Cómo podemos hacer evolucionar las prácticas de

discernimiento y los procesos de toma de decisiones de una manera auténticamente sinodal, realzando el protagonismo del Espíritu?

B 3.3 ¿Qué estructuras se pueden desarrollar para consolidar una Iglesia sinodal misionera?

B 3.4 ¿Cómo configurar instancias de sinodalidad y colegialidad que impliquen a agrupaciones de Iglesias locales?

B 3.5 ¿Cómo reforzar la institución del Sínodo para que sea expresión de la colegialidad episcopal en una Iglesia sinodal?

 

Prólogo

«Que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener entre vosotros los mismos sentimientos,

según Cristo Jesús; de este modo, unánimes, a una voz, glorificaréis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo»

(Rom 15, 5-6)

 

EL VIAJE  HASTA AHORA

 

  1. El Pueblo de Dios se ha puesto en camino desde que el Papa Francisco convocó a toda la Iglesia en Sínodo el 10 de octubre de 2021. Partiendo de los contextos y ámbitos vitales, las Iglesias locales de todo el mundo pusieron en marcha la consulta al Pueblo de Dios, a partir de la pregunta básica formulada en el n. 2 del DP: «¿cómo se realiza hoy, a diversos niveles (desde el local al universal), ese “caminar juntos” que permite a la Iglesia anunciar el Evangelio, de acuerdo con la misión que le fue confiada; y qué pasos el Espíritu nos invita a dar para crecer como Iglesia sinodal?». Los frutos de la consulta se recogieron a nivel diocesano y después se resumieron y enviaron a los Sínodos de las Iglesias Orientales Católicas y a las Conferencias episcopales. Estas, a su vez, redactaron una síntesis que se remitió a la Secretaría General del Sínodo.

 

  1. A partir de la lectura y el análisis de los documentos así recogidos, se redactó el DEC, al servicio de una etapa que representa una novedad en el proceso sinodal en curso. El DEC se restituyó a las Iglesias locales de todo el mundo, invitándolas a cotejarlo, para después reunirse y dialogar en las siete Asambleas continentales, mientras proseguían también los trabajos del Sínodo Digital. El objetivo era centrarse en las intuiciones y tensiones que resuenan con más fuerza en la experiencia de la Iglesia en cada continente, e identificar aquellas que, desde la perspectiva de cada continente, representan las prioridades que deben abordarse en la Primera Sesión de la Asamblea sinodal (octubre de 2023).

 

  1. Sobre la base de todo el material recogido durante la fase de escucha, y en particular de los Documentos finales de las Asambleas continentales, se ha redactado el presente IL. Su publicación cierra la primera fase del Sínodo «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión», y abre la segunda, articulada en las dos sesiones1 en las que tendrá lugar la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (octubre de 2023 y de 2024). Su objetivo será impulsar el proceso y encarnarlo en la vida ordinaria de la Iglesia, identificando las líneas sobre las que el Espíritu nos invita a caminar con mayor decisión como Pueblo de Dios. Caminar juntos como Pueblo de Dios, en fidelidad a la misión que el Señor ha confiado a la Iglesia, es el don y el fruto

 

 
   

 

1 A partir de ahora, para una mayor brevedad y salvo indicación contraria, las expresiones «Asamblea» y «Asamblea sinodal» se refieren a la sesión de octubre de 2023, a cuyo servicio está el presente IL.

que pedimos para la próxima Asamblea. En efecto, la finalidad del proceso sinodal «no es producir documentos, sino abrir horizontes de esperanza para el cumplimiento de la misión de la Iglesia» (DEC n. 6).

 

  1. El camino recorrido hasta ahora, y en particular la etapa continental, ha permitido también identificar y compartir las peculiaridades de las situaciones que vive la Iglesia en las diferentes regiones del mundo: de las excesivas guerras que tiñen de sangre nuestro planeta y exigen un renovado compromiso para la construcción de una paz justa, a la amenaza que representa el cambio climático con la consiguiente prioridad del cuidado de la casa común; de un sistema económico que produce explotación, desigualdad y “descarte”, a la presión uniformadora del colonialismo cultural que aplasta a las minorías; de la experiencia de sufrir persecución hasta el martirio, a una emigración que vacía progresivamente las comunidades, amenazando su propia supervivencia; del creciente pluralismo cultural que marca hoy todo el planeta, a la experiencia de comunidades cristianas que representan minorías dispersas dentro del país en el que viven, hasta la experiencia de enfrentarse a una secularización cada vez más intensa, y a veces agresiva, que parece considerar irrelevante la experiencia religiosa, pero que no deja de tener sed de la Buena Nueva del Evangelio. En muchas regiones, las Iglesias están profundamente afectadas por la crisis de los abusos sexuales, de poder y de conciencia, económicos e institucionales. Se trata de heridas abiertas, cuyas consecuencias aún no se han abordado plenamente. Además de pedir perdón a las víctimas del sufrimiento causado, la Iglesia debe unirse al creciente compromiso de conversión y reforma para evitar que situaciones similares se repitan en el futuro.

 

  1. En este contexto, variado, pero con rasgos comunes a nivel mundial, se ha desarrollado todo el proceso sinodal. También a la Asamblea sinodal se le pedirá una escucha profunda de las situaciones en las que la Iglesia vive y realiza su misión: sólo cuando resuena en un contexto específico se concreta la cuestión de fondo antes recordada y se hace evidente la urgencia misionera. Lo que está en juego es la capacidad de anunciar el Evangelio caminando junto a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, allí donde se encuentren, y la práctica de la catolicidad vivida caminando junto a las Iglesias que viven en condiciones de particular sufrimiento (cf. LG 23).

 

  1. Llegamos a la Asamblea sinodal cargados con los frutos recogidos durante la fase de escucha. En primer lugar, hemos experimentado que el encuentro sincero y cordial entre hermanos y hermanas en la fe es fuente de alegría: ¡encontrarnos es encontrar al Señor que está en medio de nosotros! Luego hemos podido tocar con nuestras propias manos la catolicidad de la Iglesia, que, en las diferencias de edad, sexo y condición social, manifiesta una extraordinaria riqueza de carismas y vocaciones eclesiales, y guarda un tesoro de diversidad de lenguas, culturas, expresiones litúrgicas y tradiciones teológicas. Representan el don que cada Iglesia local ofrece a todas las demás (cf. LG 13) y el dinamismo sinodal es un modo de relacionarlas y potenciarlas sin anularlas en la uniformidad. Del mismo modo, hemos descubierto que, incluso en la variedad de formas en que se experimenta y se entiende la sinodalidad en las distintas partes del mundo, a partir de la herencia común de la Tradición apostólica, hay cuestiones compartidas: discernir cuál es el nivel más apropiado para abordar cada una de ellas es parte del desafío. Igualmente se comparten ciertas tensiones. No debemos asustarnos de ellas, ni tratar de resolverlas a toda costa, sino comprometernos en un discernimiento sinodal constante: sólo así las tensiones podrán convertirse en fuentes de energía y no caer en polarizaciones destructivas.

 

  1. La primera fase ha renovado nuestra conciencia de que llegar a ser una Iglesia cada vez más sinodal manifiesta nuestra identidad y vocación: caminar juntos, es decir, hacer sínodo, es el modo para llegar a ser verdaderamente discípulos y amigos de aquel Maestro y Señor que dijo de sí mismo «Yo soy el camino» (Jn 14, 6). Esto constituye también hoy un deseo profundo: habiéndolo experimentado como un don, queremos seguir haciéndolo, conscientes de que este camino culminará en el último día, cuando, por la gracia de Dios, entraremos a formar parte de esa muchedumbre que el libro del Apocalipsis describe así: «Después de esto vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente: “¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!”» (Ap 7, 9-10). Este texto nos ofrece la imagen de una Iglesia en la que reina una comunión perfecta entre todas las diferencias que la componen, que se mantienen y se unen en la única misión que quedará por cumplir: participar en la liturgia de alabanza que todas las criaturas elevan al Padre por medio de Cristo en la unidad del Espíritu Santo.

 

  1. A la intercesión de estas hermanas y estos hermanos, que viven ya la plena comunión de los santos (cf. LG 50), y especialmente a la de Aquella que es primicia de ellos (cf. LG 63), María Madre de la Iglesia, confiamos los trabajos de la Asamblea y la continuación de nuestro empeño por una Iglesia sinodal. Pedimos que la Asamblea sea un momento de efusión del Espíritu, pero, más aún, que la gracia nos acompañe cuando llegue el momento de actualizar sus frutos en la vida cotidiana de las comunidades cristianas del mundo entero.

 

 

Una herramienta de trabajo para la segunda fase del proceso sinodal

 

  1. Las novedades que marcan el Sínodo 2021-2024 no pueden sino reflejarse también en el valor y la dinámica de la Asamblea sinodal y, por tanto, en la estructura del IL que está a su servicio. En particular, la larga y articulada fase de escucha ha llevado ya a la preparación de una multiplicidad de documentos, que han establecido una circulación comunicativa entre las Iglesias locales y entre estas y la Secretaría General del Sínodo: DP, síntesis de las Iglesias locales, DEC y Documentos finales de las Asambleas continentales. El presente IL no anula ni absorbe toda esta riqueza, sino que se enraíza en ella y remite continuamente a ella: también en la preparación de la Asamblea, se invita a los miembros del Sínodo a tener presentes los documentos anteriores, especialmente

 

 

el DEC y los Documentos finales de las Asambleas continentales, así como el del Sínodo Digital, como instrumentos para su discernimiento. En particular, los Documentos finales de las Asambleas continentales resultan preciosos para no perder la concreción de los diferentes contextos y los desafíos que cada uno de ellos plantea: el trabajo común de la Asamblea sinodal no puede prescindir de ellos. También pueden ser de ayuda los numerosos recursos recogidos en la sección especial de la web del Sínodo 2021-2024,

<www.synod.va>, en particular la constitución apostólica Episcopalis communio y los dos documentos de la Comisión Teológica Internacional, La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia (2018) y El sensus fidei en la vida de la Iglesia (2014).

 

  1. Dada la abundancia de material ya disponible, el IL pretende ser una ayuda práctica para el desarrollo de la Asamblea Sinodal de octubre de 2023 y, por tanto, para su preparación. Con más razón vale para el IL aquello que ya describía la naturaleza de la DEC: «no es un documento del Magisterio de la Iglesia, ni el informe de una encuesta sociológica; no ofrece la formulación de indicaciones operativas, de metas y objetivos, ni la elaboración completa de una visión teológica» (n. 8). No podría ser de otro modo, ya que el IL forma parte de un proceso que aún no ha terminado. En comparación con el DEC, da un paso más: partiendo de las percepciones recogidas durante la primera fase y especialmente del trabajo de las Asambleas continentales, articula algunas de las prioridades surgidas de la escucha al Pueblo de Dios, pero no como afirmaciones o toma de posturas. Por el contrario, las expresa como preguntas dirigidas a la Asamblea sinodal, que tendrá la tarea de discernir e identificar algunos pasos concretos para seguir creciendo como Iglesia sinodal, pasos que luego someterá al Santo Padre. Sólo entonces se completará esa particular dinámica de escucha en la que «cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, Colegio episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo, el “Espíritu de verdad” (Jn 14, 17), para saber lo que Él “dice a las Iglesias” (Ap 2,7)»2. Desde este punto de vista, está claro por qué el IL no puede entenderse como un primer borrador del Documento Final de la Asamblea sinodal, que habrá de ser corregido o enmendado, aunque esboza una primera comprensión del carácter sinodal de la Iglesia a partir de la cual se puede hacer un discernimiento ulterior. De igual forma, resulta evidente que los principales destinatarios del IL son los miembros de la Asamblea sinodal y que se hace público no sólo en aras de la transparencia, sino también como subsidio para la puesta en marcha de iniciativas eclesiales. En particular, puede favorecer la participación en la dinámica sinodal a nivel local y regional, a la espera de que los resultados de la Asamblea de octubre aporten posteriores elementos de autoridad sobre los que las Iglesias locales serán llamadas a orar, reflexionar, actuar y contribuir con sus propias aportaciones.

 

  1. Las preguntas que plantea el IL son expresión de la riqueza del proceso del que han surgido: están cargadas con los nombres y rostros de los que han participado, testimonian la experiencia de fe del Pueblo de Dios y llevan, por tanto, la impronta de un significado trascendente. Desde este punto de vista, indican un horizonte e invitan a dar
 
   

confiadamente nuevos pasos para profundizar en la práctica de la dimensión sinodal de la Iglesia. De la primera fase surge la conciencia de la necesidad de tomar la Iglesia local como punto de referencia privilegiado3, como lugar teológico donde los bautizados experimentan concretamente el caminar juntos. Esto, sin embargo, no conduce a un repliegue: ninguna Iglesia local, en efecto, puede vivir al margen de las relaciones que la unen a todas las demás, incluidas aquellas, muy especiales, con la Iglesia de Roma, a la que se confía el servicio de la unidad a través del ministerio de su Pastor, que ha convocado a toda la Iglesia en Sínodo.

2 FRANCISCO, Discurso para la conmemoración del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, 17 de octubre de 2015 (cf. DP 15).

 

  1. Esta atención a las Iglesias locales exige tener en cuenta su variedad y diversidad de culturas, lenguas y modos de expresión. En particular, las mismas palabras -se puede pensar, por ejemplo, en autoridad o liderazgo- pueden tener resonancias y connotaciones muy diferentes en las distintas áreas lingüísticas y culturales, sobre todo cuando, en algunos lugares, un término se asocia a planteamientos teóricos o ideológicos precisos. El IL se esfuerza por evitar el lenguaje divisivo con la esperanza de ayudar a un mejor entendimiento entre los miembros de la Asamblea del Sínodo, que proceden de diferentes regiones o tradiciones. La referencia compartida no puede ser otra que la visión del Vaticano II, a partir de la catolicidad del Pueblo de Dios, en virtud de la cual

«cada una de las partes colabora con sus dones propios con las restantes partes y con toda la Iglesia, de tal modo que el todo y cada una de las partes aumentan a causa de todos los que mutuamente se comunican y tienden a la plenitud en la unidad, [...] permaneciendo inmutable el primado de la cátedra de Pedro, que preside la asamblea universal de la caridad, protege las diferencias legítimas y simultáneamente vela para que las divergencias sirvan a la unidad en vez de dañarla » (LG 13). Esta catolicidad se realiza en la relación de mutua interioridad entre la Iglesia universal y las Iglesias locales, en las cuales y de las cuales «se constituye la Iglesia católica, una y única» (LG 23). El proceso sinodal, que en la primera fase tuvo lugar en las Iglesias locales, llega ahora a su segunda fase, con el desarrollo de las dos sesiones de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

 

 

La estructura del texto

 

  1. Este IL se divide en dos secciones que corresponden a la articulación de las tareas de las Asambleas continentales (y, por tanto, a los contenidos de los correspondientes Documentos finales): en primer lugar proceder a una relectura del camino recorrido durante la primera fase, con el fin de identificar lo que la Iglesia de cada continente había aprendido de la experiencia de vivir la dimensión sinodal al servicio de la misión; después, hacer un discernimiento de las resonancias producidas en las Iglesias locales del continente al contrastar con el DEC, con el fin de identificar las prioridades sobre las que continuar el discernimiento durante la Asamblea sinodal de octubre de 2023.
 
   


3 La expresión «Iglesia local» indica lo que el Código de Derecho Canónico denomina «Iglesia particular».

 

  1. La sección A del IL, titulada «Por una Iglesia sinodal », intenta recoger los frutos de la relectura del camino recorrido. En primer lugar, enumera una serie de características fundamentales o señas de identidad de una Iglesia sinodal. A continuación, invita a ser conscientes de que una Iglesia sinodal también se distingue por un modo de proceder, que la experiencia de la primera fase identifica con la conversación en el Espíritu. Se invitará a la Asamblea a reaccionar sobre los frutos de esta relectura para precisarlos y afinarlos. La sección B, titulada «Comunión, Misión, Participación»4, expresa en forma de preguntas las tres prioridades que surgen con más fuerza del trabajo en todos los continentes, sometiéndolas al discernimiento de la Asamblea. Al servicio de la dinámica de la Asamblea, en particular del trabajo en grupo (Circuli Minores), se proponen cinco fichas de trabajo para cada una de estas tres prioridades, lo que permite abordarlas desde diferentes perspectivas.

 

  1. Las tres prioridades de la sección B, desarrolladas a través de las respectivas fichas de trabajo, abarcan temas amplios y de gran relevancia: muchos podrían ser objeto de un Sínodo, o ya lo han sido. Sobre varios de ellos las intervenciones del Magisterio han sido también numerosas e incisivas. Durante los trabajos de la Asamblea no pueden tratarse extensamente y, sobre todo, independientemente unos de otros. Por el contrario, deben abordarse partiendo de su relación con el verdadero tema de los trabajos, es decir, la Iglesia sinodal. Por ejemplo, las referencias a la urgencia de dedicar una atención adecuada a las familias y a los jóvenes no pretenden estimular un nuevo tratamiento de la pastoral familiar o juvenil. Su propósito es ayudar a enfocar cómo la puesta en práctica de las conclusiones de las dos Asambleas sinodales de 2015 y 2018 y de las indicaciones de las sucesivas exhortaciones apostólicas postsinodales Amoris laetitiae e Christus vivit, representa una oportunidad para caminar juntos como Iglesia capaz de acoger y acompañar, aceptando los cambios necesarios en normas, estructuras y procedimientos. Lo mismo se aplica a muchos otros temas que subyacen.

 

  1. El compromiso que se pide a la Asamblea y a sus miembros será el de mantener la tensión entre la visión de conjunto, que caracteriza el trabajo a partir de la sección A, y la identificación de los pasos a dar, necesariamente concretos, a los que apunta en cambio el trabajo a partir de la sección B. En ello se jugará la fecundidad del discernimiento de la Asamblea sinodal, cuya tarea será abrir toda la Iglesia a la acogida de la voz del Espíritu Santo. La articulación de la constitución pastoral Gaudium et spes, que «consta de dos partes», diferentes en carácter y enfoque, «pero es un todo unificado» (GS, nota 1), puede ser, desde este punto de vista, una inspiración para el trabajo de la Asamblea.
 
   

 

4 La sección B ofrecerá las razones de la inversión del orden con respecto al subtítulo del Sínodo: cf. n. 44 infra.

 

 
   

 

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