ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS de
JUAN JOSÉ GALLEGO TRIBALDOS.
Romances del 11 al 20
ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS
XVII.-MANUEL DE FALLA (Cádiz 1978-Alta Gracia, Argentina, 1946)
Las cadencias musicales
creadas por Manuel de Falla
son hermosas melodías
que nos laceran y sanan,
cicatrizando aflicciones
y arraigándose en el alma.
Si don Manuel nació en Cádiz,
su hogar estuvo en Granada,
bajo la Cruz de los Mártires
al socaire de la Alhambra,
y aunque murió en Argentina
por las tierras de Alta Gracia,
en su corazón bullían
los latidos de la patria
vibrando en sus partituras
la pura esencia de España.
De joven marchó a Madrid,
donde solo interesaban
operetas y zarzuelas,
tendencias en las que Falla
no logró sobresalir
aunque en ello se esforzara,
pues su obra “La vida breve”
fue por todos rechazada.
Tras ello, eligió París,
la metrópolis soñada,
donde jóvenes artistas
con ahínco se afanaban
por despuntar en las artes
para conseguir la fama.
En la ciudad parisina
con Albéniz se encontrara,
otro de los grandes músicos
de nascencia catalana
que tan bien supo expresar
los sentimientos de España.
Asimismo, conoció
a un músico de Granada,
el guitarrista Ángel Barrios,
cuyo padre regentaba
una taberna-ateneo
en el centro de la Alhambra,
donde los cantes flamencos
eran liturgia sagrada.
Su pieza, “La vida breve”,
que en Madrid le rechazaran,
con laureles la ofrendaron
en la capital de Francia,
lo que supuso un consuelo
para don Manuel de Falla.
Pero pronto la Gran Guerra
en Europa explosionara,
lo que impulsó al artista
retornar de nuevo a España
y, tras un tiempo en Madrid,
vino a asentarse en Granada
ciudad que lo enamoró
y donde encontró la calma,
siendo la familia Barrios
quien con mimo lo arropara.
Si su cuna estuvo en Cádiz,
su destino fue Granada
habitando veinte años
por la Antequeruela Alta;
su casa, santa santorum
de música y de palabras
donde artistas y poetas
se reunían y platicaban
frente al manto inmaculado
que envuelve Sierra Nevada.
En el carmen alhambreño,
compartido con su hermana,
la austeridad se imponía
en torno a la fe cristiana
marcando siempre el camino
de una vida moderada,
donde el arte musical
era la estrella invitada.
Las “Canciones populares”,
armonizadas por Falla,
que con el paso del tiempo
casi habían sido olvidadas,
las actualizó con ritmo
y maneras delicadas,
rememorando un acervo
de indiscutible importancia.
Ya había compuesto “Las noches
en los jardines de España”,
luciendo el Generalife
como icono de metáforas
y las notas del piano
acunándose en el agua.
En su obra de “El amor brujo”,
el éxtasis nos embarga
despertando sentimientos
ardientes como las ascuas
y el corazón, desbocado,
baja y sube a la garganta
donde se anuda el hechizo
de Andalucía y de España
cuando “La danza del fuego”
nos apresa entre sus llamas.
La música y la poesía,
el sonido y la palabra
inmolándose en el fuego
hipnótico de sus brasas,
que los vientos embravece
y domeña las borrascas
cuando la orquesta nos brinda
la cantata de “La Atlántida”.
Es un manantial la música
que nace en Manuel de Falla,
donde las hondas raíces
de lo más puro de España
se funden con lo andaluz,
en mímesis agraciada
y al escucharla reviven
los duendes de la nostalgia.
Cuando la Guerra Civil
se anubla Manuel de Falla
pues maldades y violencias
no podía soportarlas
y se marchó a la Argentina,
donde en tierras de Alta Gracia
fallece el insigne músico,
tan lejos de su Granada.
Falla murió en Argentina,
mas lo trajeron a España
para sepultar sus restos
en la seo gaditana,
junto a las olas del mar
que vienen desde La Habana,
meciendo las habaneras
en el vaivén de sus aguas.
ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS
XVI.-FRAY LEOPOLDO (Alpandeire, 1864-Granada 1956)
En el pueblo de Alpandeire,
de la provincia de Málaga,
nació Francisco Tomás,
viviendo su tierna infancia
en una humilde familia
dedicada a la labranza.
Esta Serranía de Ronda
de evocaciones románticas
que el hermoso río Genal
fecundiza con sus aguas,
luce espléndidos parajes
por la fragosa comarca,
en el otoño, castaños,
de intenso rojo escarlata
y almendros en primavera
con flores rosas y blancas,
todo envuelto en una luz
que el espíritu abonanza.
Francisco Tomás, de niño,
ya presentía la llamada
portentosa de la fe
y la mística cristiana
ingresando desde joven,
con vocación entusiasta,
en la orden capuchina
de la ciudad sevillana,
aunque unos años después
trasladáronle a Granada.
Ya en la tierra granadina
pidió que lo nominaran
fray Leopoldo de Alpandeire
y así fue como quedara
en la memoria de todos
su beatífica semblanza.
A este fraile limosnero,
la alforja al hombro colgada,
pidiendo para los pobres
por las calles de Granada,
en los puestos del mercado
y en el umbral de las casas,
sus devotos lo recuerdan
como una entrañable estampa.
Fray Leopoldo de Alpandeire
tanto acrecentó su fama,
que le requerían consejos
en cuestiones cotidianas
escuchando con respeto
sus reflexivas palabras.
El humilde limosnero
de las tres avemarías‘,
pues era este apelativo
con el que lo conocían,
ya que el fraile capuchino
siempre el rezo concluía
cuando quedamente hablaba
o limosnas recibía.
Fray Leopoldo de Alpandeire,
con beatífica sonrisa,
mortificado y asceta,
para los pobres vivía
basando en la caridad
el sentido de su vida.
Fray Leopoldo falleció
en la ciudad granadina
y sus restos se veneran
en la iglesia capuchina,
a donde acuden los fieles
con gratitud peregrina
para ofrendarle oraciones
y las tres avemarías.
ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS
XV.-MENCÍA DE MENDOZA Y FONSECA (Jadraque,Guadalajara, 1508-Valencia 1554)
Adjunto:
Cuando el romance a Mencía
se hallaba en la redacción
del periódico Ideal
para su publicación
el domingo venidero
tal cual es la tradición,
nos asalta la noticia,
plena de satisfacción,
de que el castillo-palacio,
gracias a Diputación,
será propiedad del pueblo
en toda su dimensión,
por lo que manifestamos
nuestra felicitación
a quienes han culminado
la positiva gestión,
coordinada con acierto
desde la Administración.
Este hermoso monumento
anclado en La Calahorra
pertenecerá al pueblo
y mejorará la zona,
si la inteligencia prima
sobre cualquier maniobra
que pueda obstaculizar
la cordura y la concordia,
actitudes soberanas
ante absurdas demagogias.
La noticia nos reporta
palpitantes alegrías,
pues debe beneficiar
estas tierras granadinas
por siglos abandonadas
y siempre desatendidas,
a pesar de la belleza
de la que están investidas
con Sierra Nevada al fondo
en regia escenografía.
Ver información:
ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS
XIV.-HERMANOS FOSORES de GUADIX
(Comundad fundada en 1953)
Estos hermanos fosores,
guardianes del cementerio,
con sus hábitos marrones
y la mirada hacia el suelo
donde se alinean las huellas
de sus sandalias de cuero,
ignotos tras sus capuchas
e inmunes al desaliento,
han ofrendado su vida
al entierro de los muertos,
junto al rezo de plegarias,
responsorios y mementos
que, entre los verdes cipreses
cimbreados con el viento,
van y vienen por las tumbas
acompasando silencios
nimbados de blancas nubes
suspendidas en el cielo.
La Congregación laical
de los fosores cristianos
la creó Fray José María
de Jesús Crucificado,
que era un fraile anacoreta,
humilde y samaritano,
allá en los años cincuenta
del siglo XX pasado,
designando ser Guadix,
con plácet del obispado,
donde cobijo tuvieran
los piadosos ermitaños
que conviven día a día
con el dolor del Calvario.
Enterrar a los difuntos,
custodiar el camposanto,
pedir por vivos y muertos
rezando el Santo Rosario,
la Liturgia de las Horas
ante el Sagrario postrados,
es la gran dedicación
de estos frailes accitanos
viviendo al margen del mundo
y en su ascetismo enclaustrados.
A la hora de un entierro,
mientras dobla la campana,
estos hermanos fosores
de austeridad carismática,
junto al ataúd caminan
desde la puerta de entrada
y en silencio hasta la tumba
a la familia acompañan
donde al difunto bendicen
encomendando su alma;
luego, despiden el duelo
y al quedarse todo en calma
custodian la sepultura,
siendo la Sierra Nevada
el haz de luz que ilumina
los destellos de las lápidas
para luego adormilarse
al socaire de las tapias.
Se levantan de sus catres,
antes de llegar el alba,
los beatíficos fosores
de la ciudad accitana,
para cuidar con desvelo
las fosas donde descansan
quienes ya abandonaron
la singladura mundana,
dejando sólo el recuerdo
en las personas amadas
y en aquellos sus amigos
de tertulias cotidianas.
Los venerables fosores
de la ciudad accitana,
generosos con los hechos
mas parcos en la palabra,
recordando a los latinos
al decir: “verba, nom; ¡facta!”,
tienen que ser protegidos
y su labor potenciada
por la generosidad
y actitud humanitaria
de estos frailes consecuentes
con la caridad cristiana
de sepultar a los muertos
mientras rezan por sus almas.
ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS
XI.-DOÑA JUANA I DE CASTILLA (Toledo, 1479, Tordesillas, 1555)
Conocida por “la Loca”,
doña Juana de Castilla
fue una mujer desdichada
que sucumbió como víctima
de aviesas conspiraciones
y desvergüenzas políticas
entre hijo, marido y padre
que la enterraron en vida;
prisionera en un palacio
de la noble Tordesillas,
junto a las aguas del Duero,
fiel heraldo de la villa,
se consumió doña Juana
en su tristeza infinita.
Vino a nacer en Toledo
y falleció en Tordesillas,
atormentada y doliente
aquella tercera hija
de Isabel y de Fernando,
los reyes que en sí reunían
las coronas de Navarra,
de Aragón y de Castilla
una vez reconquistado
el territorio islamita,
reino bello y suntuoso
de la estirpe nazarita
cuyo poder se asentaba
en las tierras granadinas.
Matrimonió con Felipe,
“el Hermoso”, le decían,
archiduque de los Austrias
y ambos se enamorarían
cuando por primera vez
en Flandes se conocían.
Mas, pronto el joven esposo,
en ostentosa osadía,
comenzó a serle infiel
con amantes a porfía,
hecho que condujo a Juana
a una cruel melancolía.
Obsesiva y ardorosa,
los celos la carcomían,
no pudiendo superar
las afrentas que sufría
de su rijoso marido
que se pasaba los días
en lechos de otras mujeres
o en continuas cacerías.
A pesar del desvarío
que en su interior le crecía
trajo al mundo hasta seis hijos
y el primer varón sería
Carlos V, Emperador,
cuyo reino se expandía
por territorios tan vastos
donde el sol siempre lucía.
Al morir Felipe en Burgos,
en circunstancias ambiguas,
para unos, envenenado,
para otros, de pulmonía,
el corazón de la esposa
en pedazos se rompía.
Trajo el sepulcro a Granada,
en macabra comitiva
caminando por las noches
y descansando de día.
Ocho meses de viaje
en Juana aumentarían
los fantasmas que en su mente
desorientados bullían.
La rebelión comunera,
liderada por Padilla,
liberó a la reina Juana
de su encierro en Tordesillas
ofreciéndole de nuevo
ser la reina de Castilla
que por legado y herencia
a ella pertenecían;
pero Juana se negó
pues esto la enfrentaría
al emperador Carlos,
hijo a quien tanto quería.
Dicen que la reina Juana
el mal de amores sufría
y en su frágil corazón
la congoja se imponía
trasmutando en pesadumbres
los latidos de la vida.
En la Capilla Real
de la ciudad granadina
reposan Felipe y Juana
en sepulturas contiguas
con Isabel y Fernando,
mausoleo que sublima
una gran obra escultórica
pulquérrima y bellísima,
cual referente emblemático
del arte renacentista.
ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS
XII.-ALONSO CANO (Granada, 1601-1667)
El artista Alonso Cano
fue arquitecto y escultor
además de un exquisito
y delicado pintor,
que, aunque vivió en el Barroco,
en él perdura el fervor
del clasicismo humanista,
ejerciendo con pasión
las extraordinarias dotes
de un maestro en la creación.
Discípulo de Pacheco
en la ciudad de Sevilla,
marchó después a Madrid
para ejercer su pericia
pues el duque de Olivares
era quien lo requería,
entrando así en contacto
con la Corte de la Villa.
Tuvo amistad con Velázquez
y en Madrid dejó constancia
de su calidad artística
en las pinturas y tallas,
siendo con Felipe IV
pintor de la Real Cámara.
Alonso Cano sufrió
una historia complicada
al implicarlo en la muerte
de su esposa, asesinada
en el lecho conyugal
con múltiples puñaladas;
rumores de todo tipo
y conjeturas extrañas
lo llevaron a la cárcel
en una experiencia infausta,
aunque al final quedó absuelto
retornando a su Granada
y vivió en el Albaicín,
barrio frontero a la Alhambra
embriagado por la luz
que brota en Sierra Nevada.
Ordenóse sacerdote
tras una vida agitada
y alcanzó la canonjía
en la seo de Granada,
donde su labor artística
dejó un sello de vanguardia
que ha transcendido en el tiempo
con notoriedad preclara.
Una de las grandes joyas
es la linda Inmaculada,
diminuta en estatura
pero de hermosa prestancia,
esculpida en la madera
de cedro, policromada,
frente a frente al facistol
y erigida en la peana,
envuelta en airoso manto
de geométrica elegancia,
situada en la sacristía
del gran templo de Granada.
La catedral luce cuadros
de la Virgen, donde narra
el insigne Alonso Cano,
con maestría consumada,
las escenas inmortales
de María Inmaculada
constituidas en dogmas
por la religión cristiana.
El artista proyectó
la monumental fachada
del templo catedralicio
por Siloé iniciada,
que, en el siglo XVIII,
fue exquisitamente ornada
por Risueño y otros discípulos
de la Escuela de Granada.
Alonso Cano murió
en la ciudad de Granada,
maltratado por la vida
y en una pobreza ingrata,
como otros tantos artistas
que, aunque alcanzaron la fama,
al ocaso de sus días
los persigue la desgracia.
ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS
XIII.-ELENA/ELENO DE CÉSPEDES (Alhama de Granada, 1545-Yepes ¿1588?)
Por el siglo XVI
vino a nacer en Alhama,
la legendaria ciudad
al oeste de Granada,
una pequeña mulata
cuyo padre era alhameño
pero la madre, africana,
que vivía ejercitando
las labores de criada.
Bautizada como Elena,
años después se cambiara
pasando a llamarse Eleno,
pues su cuerpo demandaba
ser varón y no mujer
como Natura fijara.
Siendo muy joven casó
con un muchacho en Alhama
que presto la abandonó
tras dejarla embarazada,
y el niño recién nacido
se lo cedió resignada
a un matrimonio cristiano
en adopción acordada.
Tuvo múltiples oficios
por comarcas gaditanas,
ejerció de tejedora
en telares de Granada,
luego se marchó a Madrid
trabajando de empleada
con un doctor cirujano
y en las consultas privadas
aprendió con rapidez
lo que el médico enseñaba.
Asimismo, en la milicia
como un soldado actuara,
demostrando gran valor
y bravura consumada
en los embates guerreros
y el estruendo de batallas
que contra moriscos hubo
por la fragosa Alpujarra.
Mas pronto Elena voló
buscando cotas más altas
y ejerció la medicina
obteniendo buena fama,
no sólo con los diagnósticos
y convenientes terapias,
sino también porque fue
la primera cirujana
que realizó intervenciones
en hospitales de España
con su licencia académica,
legalmente titulada.
Por cuestiones de intrusismo
las denuncias lo acosaban,
y, al determinar casarse
con jovencita agraciada
por el rito de la Iglesia
en ceremonia eclesiástica,
el Santo Oficio intervino
fallando ser azotada
y que en dispensarios públicos
la cirugía practicara.
Tuvo una inédita historia
esta persona angustiada,
que vivió como varón
en cuerpo que no aceptaba,
aunque supo soslayar
situaciones desnortadas,
esgrimiendo inteligencia
y actitudes camufladas,
aparentando ser hombre
con atributos de dama.
Elena / Eleno de Céspedes,
nativa y originaria
del pueblo romanceado
cuando el sultán perdió Alhama
y que, paseaba, triste,
desde Elvira a Bibarrambla,
tuvo una vida azarosa
digna de ser novelada,
o dedicarle unos versos
en cadencia asonantada
como aquel juglar anónimo
que rimó el ¡Ay de mi Alhama!
—–oooOooo——–
Le dedico este romance
al jameño Antonio Arenas,
periodista incombustible
de las ciencias y las letras,
porque fue quien me alertó
del personaje de Elena,
desconocida hasta entonces,
salvo en tierras alhameñas
y en registros académicos
de nominaciones médicas
donde como cirujana
se menciona su presencia.