III.- ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS de
JUAN JOSÉ GALLEGO TRIBALDOS.
Romances del XXI al XXX
ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS
XXV.-AIXA (Granada, Siglo XV - Fez)
La llamada Aisha al-Hurra,
conocida como Aixa,
mujer de Muley Hacén
y, por lo tanto, sultana,
hasta que llegó Isabel
como cautiva a la Alhambra,
lo cual hizo que el sultán
pronto en ella se fijara
y a su esposa repudiase
uniéndose a la cristiana,
quien, llamándose Isabel
pasó a llamarse Zoraida
al cambiar de religión
para hacerse musulmana.
Aixa, sultana legítima,
fue al momento repudiada,
y junto a su hijo Boabdil
urdió pactos y artimañas
para rescatar el trono
del sultanato en Granada
que le había arrebatado
la advenediza cristiana.
La intrigante Aisha al-Hurra,
para los suyos “la honrada”,
se trasladó al Albaicín
donde fijó su morada
en un palacete umbrío
allegado a la muralla
nominado Dar al-Horra
y alejado de la Alhambra,
conspirando sin cesar
en permanente batalla.
Aixa y su hijo Boabdil
por el trono guerreaban
junto a los abencerrajes
“que eran la flor de Granada”,
persiguiendo los palacios
ubicados en la Alhambra
para intentar mantener
un reino que agonizaba
entre intrigas palaciegas
y cainismos a mansalva
en contiendas familiares
que avivaron sus desgracias.
Aixa, por fin, consiguió
que su hijo Boabdil reinara,
soportando el sobrenombre
del “Rey Chico” de Granada,
que cayó ante el empuje
de la fuerza castellana
y en el “Día de la Toma”,
la que fuera musulmana,
se convirtió de repente
en una tierra cristiana.
Aixa y su hijo Boabdil
migraron a La Alpujarra
y pocos años después
a Fez, ciudad africana,
donde consumió sus días
la beligerante Aixa
que tanto había conspirado
dentro y fuera de la Alhambra,
unas veces por despecho
al sentirse desplazada
y otras, por recuperar
su condición de sultana.
ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS
XXIV.-MARÍA DE PACHECO (Granada 1496- Oporto 1531)
Doña María de Pacheco,
de los Mendoza y Tendilla
que tanto poder tuvieron
finada la Reconquista,
nació en hermoso palacio
de linajuda familia
cuando su padre era alcaide
en la Alhambra granadina
y los símbolos cristianos
se esparcían por la Sabika
donde al viento tremolaban
los pendones de Castilla.
Presenció en el Albaicín,
cuando aún era una niña,
la sublevación mudéjar
que tanto trastocaría
la primera convivencia,
consensuada y pacífica,
entre moros y cristianos
más los de la fe judía,
al incumplirse convenios
hechos tras la Reconquista
para intentar coexistir
en relativa armonía,
aspiración complicada
y difícil conseguirla.
Aplicada y estudiosa,
desde pequeña, María,
se esforzó en aprender;
hablaba la algarabía,
el latín y otros idiomas
que en Europa se imponían,
conociendo la gramática
de las lenguas neolatinas.
Sensible al discernimiento,
ciencias y filosofía
fue también mujer sensible
a las tendencias artísticas.
Hermana del escritor
diplomático en política,
Diego Hurtado de Mendoza,
el avezado cronista
de la “Guerra de Granada”
en la contienda morisca,
que rimó para María
un bellísimo poema
loando su biografía.
Doña María de Pacheco
era también conocida
como María “la Brava”
en asuntos de familia,
y, para el resto de España,
icono de valentía
que no se arredró ante nadie,
su propia estirpe incluida.
Se casó con un hidalgo
de probada bizarría,
cuyo nombre era el de Juan
y su apellido, Padilla,
con quien luchó codo a codo
sin descanso y a porfía.
Defendió sus ideales
con arrojo y gallardía
siendo la gran aliada
del intrépido Padilla,
de Bravo y de Maldonado,
comuneros cabecillas
sublevados contra Carlos,
emperador de Castilla.
A doña Juana primera,
enclaustrada en Tordesillas,
ofrecieron libertad,
corona y soberanía
que la reina rechazó
por ser grande alevosía
alzar armas contra Carlos,
hijo al que tanto quería.
Poco después, Villalar,
la derrota decisiva
donde los tres sublevados
lo pagaron con sus vidas;
pero María de Pacheco
nunca se dio por vencida
y en la ciudad de Toledo
lideró con energía
la rebelión comunera
aun estando ya perdida.
Al ser condenada a muerte,
se convirtió en fugitiva
siendo el obispo de Oporto
quien le brindara acogida
y en tierra lusa reposa
tras una triste agonía.
María Pacheco y Mendoza,
esposa de Juan Padilla,
se aposentó en la leyenda
de mujeres heroínas
romanceada en poemas,
en cantares y películas,
perpetuándose como
la “Leona de Castilla"
ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS
XXIII.-FEDERICO GARCÍA LORCA (Fuente Vaqueros 1898-Granada 1936)
Federico García Lorca,
de la Vega de Granada,
donde chopos melancólicos
se cimbrean con elegancia
y en el otoño flamean
al abrigo de unas llamas
que hacia el cielo azul se elevan
sacralizando nostalgias.
Entre los chopos, la brisa,
nacida en Sierra Nevada,
entreteje melodías
con el bisbiseo del agua,
convirtiendo los silencios
en soliloquios del alma
para musicar los versos
que de Federico emanan.
Federico García Lorca,
poeta con voz de plata,
artesano de la hipérbole
y arquitecto de metáforas
que enriqueció el lenguaje
con figuras literarias
de una belleza exquisita,
exuberante y diáfana.
Persona brillante y mágica,
el poeta Federico,
que, siendo el centro de todos,
de todos fue el más sencillo.
Fascinador y simpático,
irradiaba vitalismo
y allí donde él estuviera
el mundo latía más lírico.
Voz cálida, armoniosa,
unos ojos intensísimos,
la risa fuerte y muy clara,
fueron rasgos distintivos.
Humano, artista y sensible,
de sentimientos muy limpios,
sediento de libertad
y esclavo del misticismo.
Pero junto a la alegría
que brotaba en Federico
destellaban los gladiolos
afilados cual cuchillos
blandiendo sus finas hojas
a lo largo del camino.
El corazón del poeta
y sus ardientes latidos,
laberinto de tristezas
con sus ayes amarillos
espumando entre las piedras
como las aguas de un río
que rozagantes descienden
a sumirse en torbellinos.
La alegría y la pena,
la risa y el pesimismo,
la vida toda y la muerte
se fundían en Federico.
—oooOooo—
Dejad el balcón abierto
que el poeta está aún dormido,
quiere descansar un rato,
unos minutos, un siglo;
pero el balcón, siempre abierto
que le gusta a Federico
asomarse cuando cantan
los jilgueros y el cuclillo.
Dejad el balcón abierto
para que vea Federico
al Amargo y al Camborio
cruzarse por los caminos;
y a Mariana y a Bernarda
y a Yerma soñando un hijo;
y a Leonardo y a la Novia
en el vaivén del destino.
Dejad el balcón abierto,
que en el momento preciso
llegará doña Rosita
delicada como un lirio;
y también la Zapatera
discutiendo con don Mirlo,
y, luego, don Perlimplín
con su traje de domingo;
y vendrá la Argentinita
entre ramos de jacintos
cantando el dulce romance
de los dos pelegrinitos.
Dejad el balcón abierto
para que entre el aire frío.
A las cinco estarán todos
esperando a Federico;
vendrán cruzando la vega
por las choperas del río
o bajarán de la sierra
con ramitas de tomillo.
A las cinco estarán todos,
inquietos como los niños,
ansiosos por escuchar
la risa de Federico.
Dejad el balcón abierto,
que ya son casi las cinco
y a las cinco de la tarde
despertará Federico.
ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS
XXII.-MARIANA PINEDA (Granada 1804-1831)
Es una historia romántica,
coronada de tristeza
donde, según el romance,
lloraban hasta las piedras.
Eran tiempos desdichados,
de crueldad y de vileza
en los que un rey miserable
dejó tristísima huella
traicionando a la nación
con mayúscula indecencia,
estableciendo unas leyes
despóticas y perversas.
Al descubrir que Mariana
bordaba en una bandera
la palabra “Libertad”,
buitres de mirada aviesa
anidaron en su cuello
y ovaron en su cabeza
mientras la sangre bullía
alocada por las venas
y los hilos de la muerte,
como ramajes de yedra,
se enredaban por su cuerpo
esponjado de inocencia.
La Libertad y el Amor
se mezclan en la leyenda
de esta mujer granadina
valerosa, fiel y bella
que por la calle de Elvira
hacia el cadalso la llevan
mientras las rosas se amustian
en la tarde cenicienta
y los geranios esconden
su esplendor en las macetas.
¡Qué día tan triste en Granada!
Mariana, hermosa y serena,
tan pálida ante el verdugo
recogiéndose las trenzas
mientras la brisa se esconde
en la umbría de las choperas
y palomas aturdidas
la Sabika sobrevuelan
hasta posarse asustadas
por la Torre de la Vela.
Era por el mes de mayo
el tiempo de esta tragedia,
cuando los magnolios brillan
y los trigales verdean
y Mariana, en holocausto,
se ofrecía a la primavera
mientras la Puerta de Elvira
erizaba sus almenas.
¡Qué día tan triste en Granada!
¡Ay, qué injusticia y qué pena!,
se decía por las esquinas,
los ribazos y placetas
mientras las niñas cantaban
con angelical cadencia
los romances dedicados
a Marianita Pineda.
ROMANCERO DE PERSONAJES GRANADINOS
XXI.-ABÉN HUMEYA (Válor,1545-Laujar de Andarax ,569)
El morisco Abén Humeya,
cuyo nombre de cristiano
era el muy reconocido
como Fernando de Válor,
se levantó en rebelión
cual rey autoproclamado
de la tierra alpujarreña
convirtiéndola en Estado.
Descendía de los Omeyas,
creadores del Califato,
que en Córdoba deslumbró
como el destello de un astro
durante el tiempo pujante
del gran poderío islámico.
A su abuelo le otorgaron
el Señorío de Válor
por lealtad a la Corona
de los monarcas cristianos,
tanto así que a su familia
“valoríes” los llamaron.
En la Alpujarra nació
y en ella fue bautizado
por la liturgia cristiana
con el nombre de Fernando,
llegando a ser en Granada
Caballero Veinticuatro.
Cuando Felipe II,
el “Rey Prudente” apodado,
se inició una rebelión
prolongada hasta tres años:
la Guerra de los Moriscos,
donde Fernando de Válor
en Béznar fuera elegido
y por Cádiar, coronado
a la sombra de un olivo
de ramaje centenario,
llamándose Abén Humeya,
ya con nombre mahometano
que, cual rey de los moriscos,
quiso forjar un Estado.
Fue un líder impopular
que ejercía su liderazgo
con desusada crueldad;
hombre fiero y despiadado
ni siquiera por los suyos
era un dirigente amado.
Su muerte, como su vida,
conforma un triste relato
en la sangrienta contienda,
al morir asesinado
en el Laujar de Andarax
por su propio primo hermano,
el nombrado Abén Abóo,
Diego López, de cristiano,
cuando ya la rebelión
estaba finalizando,
pues el Marqués de Mondéjar,
militar muy afamado,
y el mismo don Juan de Austria
con el conflicto acabaron.
La Guerra de los Moriscos,
según nos han relatado,
fue sanguinaria en exceso
con muertes que horrorizaron,
tanto por los musulmanes
como también por cristianos.
Diego Hurtado de Mendoza,
escritor y diplomático,
la narró con precisión
en un libro titulado
“Guerra de las Alpujarras”,
manual recomendado
para conocer la Historia
que hemos hoy romanceado.
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